Te acuerdas cuando al principio de vuestra
relación había tanta conexión entre ambos que no era necesario hablar,
simplemente mirándoos a los ojos ya sabíais lo que el otro quería.
¿Y ahora qué?
No
tan solo hace falta más que miradas para entenderos sino que casi ni con
palabras lográis comunicaros como es debido. Tú hablas, le explicas lo que
debería hacer mañana (acompañar al niño al dentista, recoger la ropa de la
tintorería, etc.) o cómo ha ido tu día (en la oficina, en el banco, etc.) y
cuando acabas o llegas al día siguiente, se ha olvidado de la tintorería o te
recuerda que su tarjeta no va, cuando tu ayer le dijiste que habías pedido un
duplicado y que hasta dentro de dos días no estaría disponible.
¿Qué está pasando con vuestra
relación?
Está
claro que algo no funciona, será que él ya no me quiere, será que ha conocido a
alguien, me estaré volviendo vieja o he engordado y ya no le atraigo como
antes…
Y
seguramente él pensará lo mismo: le gustará su jefe, habrá conocido a alguien
en la asociación de padres, estaré sacando barriga…
Lo
cierto es que a priori y mientras no se demuestre lo contrario (terceras personas,
dejar de amar, etc.) nadie tiene la culpa, pero está claro que es cosa de los dos
que esto no funcione.
Si
tenemos en cuenta que una relación de
pareja favorece las necesidades emocionales de ambos, les permite tener una
conexión, expresar y compartir amor, favorece el crecimiento personal y el
espiritual y todo eso hace que contribuíamos a la felicidad de la otra persona.
Está claro que algo tan importante, que aporta tanto bien a la persona que
tenemos a nuestro lado y que se supone que amamos, no hay que dejarlo perder,
hay que trabajar por la relación hasta el infinito porque todo lo que tú
aportes al otro te será devuelto.
Partimos
de la base que las personas somos sociables por naturaleza, esto implica que
para sentirnos satisfechos debemos relacionarnos con nuestros congéneres, unos
se relacionan mucho y tienen decenas de amigos, conocidos, compañeros,
familiares, etc. Y otros menos y tienen unos cuantos amigos, varios conocidos y
compañeros y relación con cuanta menos familia, mejor.
Tanto
unos como otros son personas normales siempre y cuando sus relaciones les
satisfagan, sean como sean. En el caso de los que tienen pareja y los que no,
ocurre lo mismo, da igual si tienes o no tienes, lo importante es que te
sientas a gusto con tu situación, lo que digan los demás, no importa, sé feliz
tanto si estás solo como si estás acompañado.
Ahora
bien, para los que quieran estar acompañados de una pareja, deben tener en
cuenta unos requisitos básicos, que si no se cumplen es posible que sean los
causantes de que tu relación no funcione como debería o simplemente no haya
relación.
Quizás hayas oído
hablar de los “valores”. Los valores
son convicciones profundas de los seres humanos que determinan su manera de ser
y orientan y guían su conducta. Ellos involucran nuestros sentimientos y
emociones. Y son creencias o convicciones de que algo es preferible y digno de
aprecio.
Como
verás los valores de cada persona determinan su conducta y por tanto es
imprescindible saber cuáles son nuestros valores prioritarios que nos guían,
porque gracias a ello sabemos porque nos comportamos de una manera o de otra.
Por
ejemplo, si mis valores prioritarios son, por orden de importancia:
1.
Dinero
2.
Trabajo
3.
El
amor
4.
La
fidelidad
5.
La
Sinceridad
Es
muy posible que me pase el día trabajando para hacer mucho dinero y aunque
también me importa mucho el amor, lo tengo un poco “en tercer plano”, eso sí,
soy fiel y nunca miento a mi pareja.
¿Te
das cuenta como nuestros valores determinan nuestros actos y nuestra actitud?
Pues si importante es conocer los
nuestros, tanto o más lo es conocer los de nuestra pareja, para de esta forma
entender porque se comporta como lo hace, porque dice lo que dice y sobretodo
porque aunque nos seguimos queriendo, no nos entendemos y peleamos por todo.
Ejemplo-Veamos
los valores de mi pareja:
1.
Diversión
2.
Amigos
3.
Contribuir
4.
La
familia
5.
Empatía
¿Te das cuenta de las
diferencias? Para él su
mayor prioridad es la diversión/ocio. Salir con los amigos o tener hobbies
(pescar, bicicleta, gimnasio), contribuir/ayudar a los demás: cuando su amigo
Juan pide dinero, es el primero en dárselo, y si un familiar necesita ayuda
para hacer una mudanza siempre es el primero en llegar. Pero la familia está en
cuarto lugar, por lo que todo lo demás le ocupa mucho más tiempo y eso resiente
la relación de pareja y con los niños. La economía en casa no es muy boyante
pero eso sí, cuando nos sentamos a hablar me entiende perfectamente. ¡Es tan empático!
¿Te has sentido identificada
verdad?
Pues
no te preocupes, porque tengo buenas noticias para ti. Existe un ejercicio en
coaching, muy potente que se llama “El juego de los Valores” que te ayuda a
conocer cuáles son tus valores y los de tu pareja y a diseñar un plan para
recolocar vuestros valores de forma que estén sincronizados y vuestra relación
vuelva a fluir como antes.
Si
estás interesada y quieres más información mándame un mail solicitándola: neusescoda@laparejaquedeseas.com
O
pulsa en Contactar y rellena el formulario de mi página web: http://www.laparejaquedeseas.com/contactar-testimonios/
Mientras
tanto, haz dos listas, una con tus cinco Valores prioritarios y otra con los de
tu pareja. Cuando las tengas, ponlas de lado y observa las similitudes y las
diferencias. ¿Crees que estas
similitudes son suficientes para que vuestra relación funcione?
¡Agradezco tus comentarios!
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